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sábado, 17 de diciembre de 2022

Libro - Sueños VS Pesadillas (Capítulo 1: Encuentro)

Sueños VS Pesadillas (Capítulo 1: Encuentro)



Índice


CAPÍTULO 1: Rutina    3

CAPÍTULO 2: El encuentro, primer día    21

CAPÍTULO 3: Conocer y preguntar    56

CAPÍTULO 4: Luz u Oscuridad    62

CAPÍTULO 5: Punto de partida    82


CAPÍTULO 1: Rutina



«Un día más tras otro, las mismas miradas e igual de inferior me siento. Da igual lo que haga, seguiré siendo basura para ellos. La frase que me consuela, como dijo mi hermano mayor “sigue adelante y cumple tus sueños”, pero esos sueños fueron limitados por mi capacidad y circunstancias pasadas. Ya tengo mi flaqueble estatus social. Lo que hago cada día es evitarlos, pero nunca puedo detenerlos, son más y más fuertes que yo. La mejor opción es ignorarlos, y seguir con mis estudios para ser alguien el día de mañana, o eso creo». Hasta allí escribí en el diario hoy, no quiero repetir la misma rutina del día que explico normalmente, me aburre.


Encantado, mi nombre es Ulises, tengo 15 años. Vivo en Estalia con el hermano mayor que os mencioné, bueno… Es mi hermanastro. No sé si he tenido hermanos, ya que soy huérfano y me adoptaron, tampoco conozco a mis padres, considero mi hermanastro como hermano que aprecio mucho, se llama Pedro, ya que: ¿Quién es tu familia, cuando tus verdaderos padres biológicos no concibes de su existencia? Nuestro padrastro murió cuando tenía 11 años, le quería mucho. Pedro con 25 años puede mantener la casa, pagando al verdadero propietario, estamos bien. 


Está a punto de ser medianoche, tengo que descansar. Mañana será lunes, día que tendré por la mañana que estudiar en el instituto. A primera hora tengo clases de filosofía, la materia que más me gusta, y no me la puedo perder. Me dormiré ahora, tengo que estar concentrado.


Vislumbro un prado totalmente verde, sin árboles y de hierba muy fina. Me levanto y camino. Me fijo que a medida que me desplazo, el terreno se va erosionando, creando un prado totalmente lúgubre. Veo a un hombre encapuchado, tanto que no logro ver su aspecto, y poco a poco voy acercándome a él, se me hace el recorrido interminable, me siento solo, ¿cómo sobreviviré sin tener nada ni nadie? Cuando estoy a un metro cerca de él, digo:


—¿Quién eres?, ¿por qué todo se erosiona?, ¿Qué hago aquí? — grito desconsoladamente sin obtener una respuesta.


Empiezo a escuchar voces distorsionadas por todos lados, sonidos de personas que no logro reconocer y otros que sí. Empiezo a llorar porque quiero volver a casa. El irreconocible se quita la capucha, y veo un rostro de chico que nunca había conocido e irreal, tenía una U invertida en la parte delantera del cabello y el resto negro, con piel pálida, aunque no entiendo por qué me resulta familiar.


—No te preocupes... ¡Eres el elegido! —. Haciendo tal grito en “¡eres el elegido!”, que oigo voces atronadoras e insoportables, me duelen los oídos, voces que niego que sean humanas, son aterradoras.


Me doy cuenta que es sólo un disparatado sueño de otros. He tenido pesadillas incómodas, pero no tan reales como la que acabo de tener. ¿Por qué ha venido ese chico a mi sueño? ¿Por qué un sueño tan abstracto? ¿Por qué el subconsciente hace bromas tan pesadas?


Después de cinco segundos de despertarme suena el despertador. Un sueño tan agitado que parece haberme despertado el propio sueño, traté de ignorarlo los sueños al fin y al cabo son meras ilusiones. Desayuno con mi hermano, me tomo una manzana y zumo de naranja.


—Buenos días Ulises, hoy quizá llegue un poco tarde del trabajo, tengo una reunión en el claustro de profesores, cógete las llaves para abrir la puerta del piso — me dice mi hermano, seguramente animado por ir a su trabajo de profesor de filosofía de universidad, que tanto le gusta, en unas manzanas cerca de mi instituto.


—Perfecto — le digo.


—Eres una máquina, cuando nos veamos, si te apetece jugamos a un ajedrez y nos contamos nuestras cosas, ya sabes que puedes confiar en mí siempre que quieras — dice Pedro entusiasmado.


—Vale hermano, tú también eres increíble — mencioné.


No tuvimos mucha conversación, generalmente por las mañanas vamos al grano. Hago mi rutina antes de llegar al instituto común (lavarme los dientes, ducharse, coger la mochila…), y antes de salir por la puerta del piso me dice Pedro.


—No hagas caso a los flipados de turno, sigue tu vida, y algún día seguiremos con la denuncia al instituto por el acoso injusto que te hacen, que no hacen nada.


—Eso haré, gracias por ayudarme hermano, todo era más fácil con nuestro Padre — nos damos un abrazo, estando yo nostálgico.


 En el pasado, siendo mi padre un gran empresario, siempre podía convencer a la gente con sus riquezas.


—Tu padre siempre estará contigo en tu corazón. Por cierto te apunté al karate para que te defiendas de delincuentes si es necesario, te enseñarán buenas técnicas de defensa personal como yo y nuestro padre — dice Pedro.


—¡Qué bien!, aunque no hacía falta hermano, habrás ahorrado mucho y sacrificado en darme este regalo — aclaré contento, aunque con el presentimiento de reencontrarme con personas agresivas que no desearía. Aunque si quiero aprender, habrán dificultades para intentar superar.


—Todo por ver feliz a mi hermanito — me toca el hombro animándome.


—Gracias ojalá todos fuesen como tú — mencioné.


—¡Es un cumplido! Bueno hermanito, a trabajar se ha dicho. Cuídate te dejo.


—Nos vemos, cuídate tu también — me despido y me voy a la calle.


Voy por los lugares menos conflictivos, de la ciudad en la que vivo llamada Estalia. Mientras voy yendo al instituto, me preocupo en qué me dirán hoy. ¿Realmente es necesario obligar cambiar de comportamiento a personas que viven de esa actitud mediante la fuerza? ¿Existen verdades inamovibles o esas verdades dependen de las personas? A veces en la soledad más aburrida, debes buscarte hobbys para tener un camino más entretenido.


Estoy en la entrada del instituto, la puerta en forma de reja abre en quince minutos. Hay algunos compañeros de clase y otras personas de distintos cursos, incluso gente de otros institutos cercanos que tampoco conozco el motivo de su estancia. Lo que me sorprende es que veo a bastante gente nueva ¿por qué será? 


Sería aburrida la misma soledad de la apatía en los alumnos, por no querer una relación amistosa conmigo. Pero tengo ese amigo especial que algunos llaman “el mejor amigo del hombre”: un perro labrador macho. Anda cojo de por vida, impidiéndole correr, a causa del maltrato que recibía de pequeño, tiene una actitud agresiva ante las demás personas, posiblemente por sus cuidadores (vecinos míos) maltratadores que lo abandonaron de pequeño. Cada día le traía comida, en el reloj del parque de mi casa, y poco a poco nos hicimos amigos. La primera vez que lo conocí estaba moribundo, pero gracias a mi hermano pudimos curarlo. Lo llamo Esperanza porque siempre me ha apoyado en momentos de extrema soledad; no percibo una vida sin él.


—¡Qué pasa Esperanza! Tenía ganas de verte — le digo eufórico.


— ¡Goauh! — Esperanza no para de lamerme, y agitar la cola, lo noto alegre de verme, me conforta.


— No he podido traerte más comidita, tendrás que conformarte con una galleta — le aclaré.

   

—Se lo come con hambre — seguramente porque la anciana vecina mía que actualmente lo custodia, tendrá poca comida pero la mínima para alimentar a los tantos animales que tiene. Le ofrecimos que cuidase a Esperanza para que no acabase en la perrera (pocos perros salen de esa perrera con su nuevo dueño, sin saber la relación que tendría con los otros perros, que en muchas ocasiones tienen que matarlos cuando no caben más perros en esa perrera) y estar cerca de nosotros, porque el propietario de la casa en la que vivimos actualmente no quiere perros. La anciana la llamamos Doña animales.


—¡Choca la mano! ¡Ahora da vueltas! ¡Hagamos una carrera! — Hacemos juegos similares, que son increíblemente divertidos para mí y a Esperanza lo noto positivo al hacerlo, además de conseguir hacer deporte, con la excepción de que somos el circo de burlas y secretos.


—¡Molestas a tu especie, y ahora quieres molestar a animales que no te entienden! — dice Osoca, compañero de clase mío riéndose y mofándose, mientras sus cuatro amigos de la misma clase le siguen la gracia. Todo lo que pasa es habitual, no hay que extrañarse.


—Esperanza quiere a todos los que están con ella — le digo procurando ser afable con ellos, disimulando mi miedo a que me acosen más, o lo que es peor, que me hagan unas cuantas heridas en mi piel. Hay que ser precavido, sobre todo cuando te superan en número y son más fuertes que tú.


—¡Bueno hoy tocan las collejas del día! A ver si espabilas y dejas de ser tan friki — los miembros del grupo de Osoca me dan una colleja en la nuca. Alguno me da un golpe más fuerte que otro. Sin duda me he ahorrado un problema mayor.


—Grrrrr ¡Goauh! ¡Goauh! — Gruñe Esperanza, intentando defenderse inútilmente. Aprecio su esfuerzo, no obstante podría agravar la situación.


—¡Dile a tu chucho discapacitado que se tranquilice! La próxima vez le daré una paliza a esta bestia, los animales agresivos no deben existir.


—Perdona Osoca, no volverá a ocurrir — me disculpo.


—Espero que sea así — menciona Osoca, frunciendo el ceño, yéndose con sus amigos al portal ya abierto, para así empezar las clases en nuestra aula.


—Esperanza, no quiero que te hagan daño, así que solamente podremos vernos después de clase, en el parque de nuestras casas — le digo preocupado, acariciándole la cabeza.


—¡Guauh! — Asiente Esperanza. Es muy inteligente. En Estalia, los perros, con el correcto adiestramiento mediante un buen vínculo, pueden entender perfectamente a las personas que suelen estar con ellos. Vendré a la hora justa de terminar las clases, aunque es común, no me gusta estar solo.


—¡Nos vemos pronto Esperanza! — Me despido y voy a mi clase.



CAPÍTULO 2: El encuentro, primer día



—¡Atención chicos y chicas! — Dice el profesor de educación física, para que los alumnos dejen de hablar; yo sin duda no tengo a nadie con quien hablar.


—Tengo que decir dos cosas, la primera la clase de filosofía con don Sabio será a última hora, por lo que ahora tocará educación física, y como es lógico tendremos una hora más para la asignatura a diferencia de filosofía que tendrá una hora menos — aclara el profe de educación física. El profe de filosofía don Sabio se hace llamar, nunca mencionó su verdadero nombre, o si lo dijo, ya no me acuerdo. En su primera clase dijo que eligiéramos por votación los alumnos de clase su mote, y como sabía todo tipo de temas le llamamos así.


—¡Bien! — aclama la clase. 


—Hoy jugamos a fútbol, ya que tenemos que estar muy preparados, recordad que en dos días jugaremos contra el instituto Cetrox, el ganador en muchos años de los torneos juveniles de nuestra edad —. Me molesta que ocurra lo que menciona el profesor de educación física (llamado Enrique), sobre todo si nos tocan deportes grupales (fútbol, baloncesto…) dificultando a algunas personas con menos habilidad y reputación jugar. Cada trimestre hay un torneo de un deporte grupal entre colegios, a causa de eso, por la mala relación y peleas entre algunos alumnos, el grupo más numeroso y popular de clase es el que suele jugar, para conformar el equipo y decidir sobre él. Sin duda el que casi nada juega me incluye a mí, desgraciadamente no puedo hacer muchas cosas más. 


—No os vayáis aún, os presento a vuestra nueva compañera en clase, Andrea. Es de otro país, espero que seáis cordiales con ella y le enseñéis poco a poco como funciona el centro — sin duda es bella. Rubia con pelo liso y largo hasta las rodillas, morena, constitución delgada parecida a la mía, y a mi parecer bastante más pequeña que yo, ya que mido 1.75 metros. 


—¡Andrea siéntate con nosotras después, aquí hay sitio! —menciona María, la chica más popular del instituto.


—Genial, ¡así os conozco! — sonriendo Andrea.


—Chicos al patio, cojed la pelota de fútbol y haremos un partido entre todos —explica Enrique.

Mientras bajo las escaleras con mi clase, todos están con la chica nueva, excepto la pandilla de Osoca (no creo que sea necesario preguntar). Creía volver a estar solo, cuando Andrea se me acerca.


—Hola, nunca había conocido a alguien de raza negra en persona como tú. ¿Cómo te llamas?— me pregunta Andrea.


—Uuulises, quiero decir Ulises — tartamudeo, me suelen definir como una persona tímida.


—¡Encantada! Este día estaré con las chicas de clase, pero mañana podríamos quedar juntos y conocernos si quieres —Menciona claramente.


—Igualmente, perfecto — le digo, me extraña que esté conmigo, generalmente la gente del instituto no se me acerca por no ser alguien interesante (o quien sabe la razón, si jamás he podido tener una conversación íntima, ni con los compañeros más allegados), quizá podría repercutir en su sociabilidad oponiéndose los roles de nuestra clase, pero: ¿acaso eso es importante?

No me atrevo a decir más, por el motivo de que acaban de acercarse ahora las chicas populares de clase, a saber lo que querrán.


—Andrea, ya tenemos un chándal de tu talla, irás con nosotras, tenemos que darlo todo para competir contra los demás equipos — dice la alabada Aítapa mirando a Andrea, sin la necesidad frecuente de mirarme.


—Estupendo, tengo ganas de jugar con vosotras — por como lo expresa Andrea, parece estar eufórica.


—Ese es el lema. Por cierto, no hace falta que estés con Ulises, no le gusta socializar con la gente —vaya hipócrita Aítapa, sabe perfectamente que ella es impasible en simpatizar conmigo, no puede quedar así, yo también expondré mi verdad.


—Eso no es... —Inspiradamente una voz mayor me interrumpe, y terriblemente exasperada.


—¡No voy a repetirlo, al vestuario! — gritó irritado el profesor de educación física.


Me fui al vestuario de chicos, quedándome con las ganas de defender mi palabra.


En el vestuario fue sorprendente, mis compañeros no me atacaron, ¡qué raro! Espera… mis compañeros no me dejan salir del vestuario, han salido todos excepto yo, y además han cerrado la puerta de tal forma que no puedo salir. Inesperadamente el profesor Enrique abre la puerta, y pregunta la razón de que la puerta estuviera cerrada. Los alumnos calumnian que he cerrado la puerta, por lo que imposibilitaba que cogieran la pelota de fútbol para jugar. Le dije que realmente eso no era así, ya que fueron ellos los que me cerraron la puerta. Enrique me puso una amonestación, cosa que si me ponen dos amonestaciones más, me expulsan del instituto… que injusto, no se ponen en mi piel, si yo fuera ellos nunca hubiese hecho daño a nadie, ¿por qué me atacan si yo no les trato mal? Tengo ganas de llorar, pero me aguantaré.


Cuando salí del vestuario, ya habían elegido los equipos, pero sin extrañarme que ninguno de los dos equipos me habían elegido. La clasificación de los equipos a competir entre ellos es el clásico chicos contra chicas. Mientras los chicos y las chicas decidían sin éxito en qué grupo me unía... algo pasó.


—¡Clase! Ulises vendrá con nosotras en el grupo de las chicas. Necesitamos a alguien alto para golpear la pelota. Además, lo más importante es que también debe estar integrado en el grupo, como cualquier otra persona, ¡se lo merece! — Grita Andrea exacerbada.


Entre gritos de disconformidad del grupo, Enrique acabó con la discusión diciendo que la decisión estaba tomada por Andrea por ser la nueva alumna. Quizá esa decisión fue tomada por la discusión que tuve antes con los chicos, en el vestuario.


Antes de empezar el partido Andrea me mencionó lo siguiente susurrando:


—Ulises, ¿cómo es posible que nadie quiera estar contigo en tu grupo? ¿Te suelen pasar la pelota?


—No. Es que soy un poco tímido — susurro.


—Si superar la timidez es muy fácil, si quieres te enseño, es cuestión de creer en uno mismo — Dice Andrea.


—Vale, gracias — ¡qué respuesta le he hecho más común!, pero bueno


—No me las des, nunca había tenido un amigo de pelaje oscuro. Podemos ser amigos ¿Verdad?


—¡Claro!


—Vale, ¿te parece estar detrás mía cuando empiece el partido?, yo iré esquivando con la pelota a los oponentes para marcar gol, tú me servirás para apoyar y pasarme la pelota. Las demás chicas seguro que nos sirven de apoyo, comentamos nuestras funciones en el vestuario, o eso creo.


—Vale tú decides Andrea.


Empezó el partido. Andrea era increíblemente buena jugando. Hasta me sorprendió que me pasara con tanta dedicación la pelota para aprender. Marqué dos goles, ella marcó todos los demás puntos (en total nueve), con excepción de tres puntos que marcó María. Finalmente el resultado del partido fue: 14 puntos para las chicas y yo, y 9 puntos para los chicos. Acabamos ganando el partido, cosa que nos extrañó porque el 80% de las veces ganaban los chicos en fútbol, cosa que por ejemplo en Voleibol las chicas solían ganar, sin duda ganamos por nuestra nueva integrante en el equipo Andrea. Las chicas alabaron y levantaron a Andrea por la aplastante victoria. Realmente si he marcado muchos puntos ha sido por lo buena entrenadora y jugadora que es Andrea.


Toma clases de mates, estamos esperando a la profesora en el aula. Aunque no sea bueno en los deportes y en la materia de educación física, saco buenas notas en las otras materias (mates, biología, historia…). Generalmente estoy solo en el pupitre con excepción de los demás alumnos, pero esta vez fue diferente.


—Madre mía, estos problemas matemáticos son muy difíciles Ulises, me dijeron que tú eres el más indicado para enseñarme a resolver los problemas ¿Puedes ayudarme porfa? — Suplica Andrea.


—Como veas… Siempre soy el esclavo que hace los deberes a los matones de la clase — digo con tono cansado y harto.


—¿Y como hombre no te defiendes? — Dice extrañada.


—Ya me gustaría, pero son más fuertes que yo, por lo que me quitarían el almuerzo del patio si no quisiera ayudarles con los deberes — digo con vergüenza y humillado por mi comentario.


—¡Qué injusto! ¡Como persona mereces una recompensa justa por tu trabajo! ¡Debería ser un derecho! —Dice anonadada y bastante enfadada, cosa que atrae la atención de la clase.


—Sería interesante pero la realidad es la que hay, no puedo hacer nada Andrea — le digo intentando ser realista.


—Pues para agradecerte que me quieres ayudar yo te protegeré — dice Andrea con tono protector.


—¿En serio? ¡Podríamos acabar en el cementerio Andrea! — digo muy asustado.


—Tranquilo, conozco bastantes artes marciales de eso no te preocupes, ¿tú también me protegerás verdad?


—Vale, supongo que no queda otro remedio, gracias — aclaro sin saber si estoy asustado o protegido. Andrea es bastante pequeña, pero demostró ser una gran atleta. No me imagino vencer a Osoca y a su panda de matones, ¿tan fuerte será Andrea? Aún no me lo puedo creer.


Al final vino la profesora de mates Cecilia, algo pasota con los que les costaba más la asignatura y perfecta con los que aprobaban con excelentes notas. Realmente la clase estuvo interesante. Andrea preguntaba mucho, al principio era un poco principiante de conocimientos, pero aprendía bastante rápido. Realmente nunca estuve con una chica por tanto tiempo, seguramente porque no era muy interesante, para eso estaban los polifacéticos de la clase como Méndel y Vaisen.


Terminó la clase, por lo que es la hora del patio. Andrea me explicó que iba estar un rato con el grupo de María y Osoca, quería conocerlos un poco más, así de paso jugar un poco más al fútbol, y que después estaría un poco más conmigo porque le transmitía confianza.


Así que estuve en el banco de las moscas, solo, sin nada que hacer hasta que terminara la hora del patio. Algo extraño pasó, observé que una silla de ruedas venía a una velocidad descomunal: era una chica paralítica y un chico con sobrepeso que la llevaba hacia mí, de hecho, creo que la silla era eléctrica, porque la velocidad a la que iba no era humana ¡Socorro, parece que se van a estrellar hacia mí! Por suerte me acabaron esquivando y no me golpearon.


—¡Lo siento pero no hay tiempo para conocernos! ¡Los matones de Osoca te están buscando! ¡Te quieren meter una paliza! Una chica rubia, que creo que se llamaba Andrea, los mismos matones le están a punto de meterle en una emboscada. Tío, ven en esta humilde silla de ruedas eléctrica, vamos a salvarla — dice el chico extraño con sobrepeso.


—¿No sería mejor llamar a un profesor para imponer orden? — le menciono extrañado y nervioso.


—Esta silla de ruedas manda mensajes a los profesores por si algo malo ocurre, no te preocupes — Menciona la chica paralítica.


—En efecto Ulises, encantado alumno 403 — dice la silla de ruedas eléctrica.


—Estoy flipando ¡Vamos no perdamos el tiempo! — Aclaro.


Mientras fuimos a toda velocidad con la silla eléctrica, supe que el nombre del grandullón con sobrepeso era Lero, y la chica con problemas de movilidad delgada y con cabello castaño era Esca. Fue sorprendente cuando llegamos para salvar a Andrea, Andrea había vencido a dos matones y una matona, lo supongo porque estaban en el suelo, además parecía ilesa. Osoca y María estaban sorprendidos, pero con ansias de empezar a atacar gracias a sus cuatro matones y dos matonas más.


—¿Por qué no aceptas mi propuesta y dejas de defender a tu novio Ulises? — Dice Osoca riéndose.


—¡No es mi novio! ¡Es mi amigo! ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? ¡Deja de hacer lo que te da la gana! — grita Andrea con aire justiciero.


—Si dejas de defender a Ulises y te unes a nosotros, no prenderemos fuego a la mochila con apuntes de Ulises, de ti depende que Ulises apruebe la asignatura ¿Lo captas?


—¡Eres un estúpido! ¡Nunca aceptaré! Defender a las personas es más importante que aprobar una asignatura — grita Andrea.


—Perfecto, ¿ves este mechero? ¡Voy a reventar la mochila escoria! — grita agresivamente Osoca, no obstante el profesor de educación física le coge y le quita la mochila.


—Debes ser más amigable con las personas que empiezan el instituto Osoca — contesta Enrique, sin extrañarme que coja a Osoca como si fuera un juguete. El profe de educación física mide dos metros además de ser corpulento, no sería buena solución meterse con él.


—Enrique, por favor no me cojas de la oreja y no me pongas un parte de expulsión, mis padres te lo compensarán — dice suplicando Osoca. Sus padres son bastante ricos, un soborno de fortuna a alguien a cambio de lo que diga Osoca es común. Pero el precio a pagar a Enrique no solo es el dinero.


—Vale, pero eso no impedirá que hagáis 300 flexiones de lo que queda de patio ¡A trabajar panda de blandengues! — grita Enrique, entre los susurros quejicas de los alumnos sin poder remediar la exigencia obligatoria de Enrique.


Muchos no llegamos a las 300 flexiones, como yo, Lero y alguno más. Solo nos dió Enrique diez minutos para realizar esa ardua tarea. Por lo que las flexiones que nos falten las haremos en la próxima clase. Como Esca es parapléjica, pero es muy buena escritora, le podrá dar un adelanto del libro de fantasía para Enrique, puesto que le encanta. También me dió tiempo a dejar mi mochila en el aula.


Al finalizar la hora del patio, en clase de historia fuimos a un museo cerca del instituto. El museo mostraba distintas leyendas mitológicas en forma de videojuegos, VR, imágenes, vídeos, etc. Teníamos un guía que nos explicaba el significado de cada sala. Hubo un momento que nos dejaron investigar el museo por nuestra cuenta, ya que era gigantesco. En ese momento estaba con Andrea, Lero y Esca, estaba divertido. No obstante, de repente vi a mi perrito Esperanza, ¡no podía estar en el museo! ¡La estancia de perros en el museo estaba prohibida! ¡Podrían llevarlo a la perrera por tal desobediencia! ¡Tenía que evitar eso! Intentamos cogerlo pero se escabulló demasiado bien. Hasta que al final se metió dentro de la sala prohibida, los profesores nos dijeron que nunca vayamos, que era peligroso, pero no teníamos otra opción.


Finalmente entramos en la sala prohibida, estaba bastante oscura. Habían justamente cuatro asientos, tanto como los que ocupamos la sala, ¿era casualidad o estaba planeado? También había un proyector. La sala era bastante grande. Finalmente cogimos a Esperanza.


—No sé porqué es tan peligrosa esta sala, parece una sala de cine para nosotros… — dice riendo Lero.


—Ya tenemos a Esperanza, ya podemos irnos, lo más sigilosamente posible recordad — digo con miedo a ser encontrados. 


Sin embargo, nos quedamos petrificados, inesperadamente se encendió el proyector y empezó a proyectarse un noticiario. Mencionó lo siguiente:


—¡Hoy es un día de celebración! Veintidós de Octubre del año 3000. El científico probablemente más brillante de todos los tiempos Edulsung, ha creado un cañón llamado La salvación, con la capacidad de escupir un humo para que consigamos nuestros sueños más perfectos. A pesar de no querer Edulsung venderlo por decir que está incompleto y que el ser humano se corromperá, las altas corporaciones y el gobierno afirman que es un éxito. Las personas con el suficiente dinero como para conseguirlo pueden volar, teletransportarse, encontrar a tu pareja o amigo ideal… y lo que muchos ansían: la inmortalidad. No olviden el próximo reportaje con más noticias.


¡Es devastador! Es 15 de Diciembre del año 3000. Una guerra mundial estalla, todos están obsesionados con tal de conseguir el poder. Un periodo de terror estalla por todo el planeta. Dictaduras, revoluciones, y lo que es peor: ricos y poderosos que tomaron del humo de La salvación se han transformado en seres descomunalmente amenazantes para el planeta someten a la humanidad pobre, cada uno almacenando el poder de una gema de La salvación de un color diferente en su interior, siendo sometidos a su vez por seres que solo quieren crear la extinción de todo lo existente, se llaman Vacíos ¡Mierda los vacíos nos han asaltado! ¡Cojan los rifles! ¡No! — Se cortó la emisión del noticiario. Nunca se supo si el periodista y su grupo sobrevivieron. Era aterrador. Monstruos de las mismas pesadillas se habían vuelto en humanos. Espero que eso sea irreal. Estamos en el año 3050, ha pasado bastante tiempo desde entonces. 


—¡Madre mía! ¡Se parece exacto a la temática principal del libro que acabo de escribir! ¡Qué guay! — dice entusiasmada Esca. 


—Pues espero que solo sea un noticiario falso. Porque nunca ha estallado ninguna guerra mundial. Ni en el país en el que vivía, a pesar de haber mucha delincuencia — dijo a Andrea, frunciendo el ceño. 


—Cierto, mirad mi móvil, si hasta hay vídeos recientes en las redes sociales de gente haciendo turismo. Este vídeo es un timo — dice incrédulo Lero. 


—Chicos… ¿Me estoy volviendo loco? Veo garras por las paredes, ¡se están acercando! — grito aterrorizado. Una garra me lanza al suelo. 


—¡No hagas daño a Ulises, monstruo inmundo! ¡Ai! ¡Qué dolor! — Maldita sea. Andrea acaba de hacer retroceder a la garra con una ágil patada. No obstante, otra garra acaba de desgarrar la pierna de Andrea y tirarla al suelo. Andrea logra levantarse, pero está jadeando.


—¡Vamos a morir! ¡Somos demasiado jóvenes para morir! — Grita Lero llorando y sin esperanzas. 


Inesperadamente, un hombre con túnica blanca y con barba negra aparece en la sala, lanza un rayo a las garras y destruye gran parte de ellas. De repente crea un portal, que permitiría hacernos traspasar la pared que nos bloqueaba el acceso al exterior, o eso creo, al menos en el portal se veía el exterior. También lanzó una bola blanca a Andrea, que al parecer la curó de la herida de la pierna, aunque aún se notaba un poco la marca, pero se le veía tan sana como antes.


—¡No tenemos tiempo para conocernos! Yo entretendré a la bestia, vosotros id al portal para escapar al exterior, no digáis a nadie lo que ha ocurrido, porque sino estaréis en más peligro de lo que estáis — dice el extraño mago.


Cada uno de nosotros asintió con la cabeza, y corrimos lo más rápido que pudimos al portal. Andrea siendo la última en entrar al portal, antes de entrar le agradeció al extraño mago por ayudarnos, los demás y yo estábamos tan asustados en sobrevivir que ni nos dió tiempo a agradecerle al extraño mago. Mágicamente nos teletransportamos en la entrada del museo, vimos a nuestra clase, Esperanza extrañamente estaba a 20 metros lejos del museo por lo que ya no era fácil de detectar (por fin), y al profesor de historia mirando a todos lados con ansiedad, los ojos llorosos, agitando un abanico y sudado. Vino tan rápido como pudo hacia nosotros.


—¡Os estábamos buscando chicos! ¿qué diantres estábais haciendo que no os encontrábamos? ¿Sabéis que es motivo de expulsión esto que habéis hecho? — grita frunciendo el ceño el sudado profesor de historia.


—Perdone profe, es que Andrea se tropezó y se cayó por las escaleras, por lo que se hizo una herida en la pierna. Fuimos a enfermería y la curaron bastante bien. Estuvimos con ella para darle apoyo — yo intenté convencerle.


—Vale, pero la próxima vez avisadme, por favor, no pido tanto, me daréis un infarto al final — dice el profesor de historia aceptando la disculpa a su manera.


Es raro, porque cuando regresamos al instituto la herida de Andrea se curó por completo ¿Será por el hechizo del mago? Mejor que sea así, o eso creo.



CAPÍTULO 3: Conocer y preguntar



—¡Buenos días alumnos! Hoy va a ser una clase especial de filosofía. Vamos a hacer un debate que tiene que participar toda la clase, puesto quien gane el debate tendrá un punto más en la nota final, el ganador y las condiciones de victoria se decidirán cuando cada uno termine de exponer improvisadamente y de forma oral su visión sobre la siguiente pregunta: ¿Cuál es la verdad absoluta de lo existente? — Preguntó con curiosidad Don Sabio en su clase.


—¡El más fuerte y poderoso es el que tiene la verdad, viejo! Todos queremos poder, solo el más apto para sobrevivir consigue lo que quiere y la gente lo sigue — Argumentó Osoca.


—La verdad está en la mayoría señor don Sabio, el ser humano siempre se une a las masas para ser más productivo — Defendió María.


—El más creativo e innovador es el que hace que los demás sigan la auténtica verdad — opinaron Vaisen y Méndel.


—La verdad está en el fin, conseguir un sueño debe ser increíble, siempre que no hagamos daño a nadie — Dice Lero.


—Pues yo creo que la verdad, está en el medio, en el proceso de hacerlo y disfrutarlo — Explica Esca, opinando lo contrario de Lero. Curioso.


Mientras los demás alumnos estaban diciendo sus visiones. Andrea me susurra, estando conmigo en la misma mesa durante toda la clase:


—Ulises… ¿Tienes alguna idea sobre qué decir en la argumentación? Veo que todas las visiones tienen su punto de razón. No tengo ni idea qué decir.


—Déjame pensar… ¿Qué es lo que defenderías a muerte? — Mencioné a Andrea intentando darle ideas.


—Mis amigos, familia, a las personas inocentes que necesitan ayuda… Creo que todos merecemos ser ayudados.


—Yo hace tiempo estuve pensando en algo… si muchos tenemos diferencias: ¿por qué no distribuirnos como si de distintos oficios se tratasen para ayudarnos entre todos? — Aclaré a Andrea.


—Claro, y de las igualdades convivir y ayudarnos — dice Andrea convencida.


—¡Exacto! ¡Se llama Cooperacionismo! — Dijimos los dos exaltados y convencidos.


—¡Vaya, vaya! Creo que se ha enterado toda la clase Andrea y Ulises. Una idea conmovedora, se nota que tenéis cosas en común. De hecho, justamente es algo parecido a lo que estoy escribiendo en mi libro. Ya habéis dicho un adelanto sin que lo hubieseis sabido, vaya casualidad — dice sorprendido Don Sabio.


—Pues se nos ha ocurrido al momento Don Sabio — dije sorprendido.


—Sí, ha sido totalmente improvisado señor profesor — dijo Andrea.


—Bueno chicos, como sabréis muchos pensadores han intentado buscar la verdad desde muchos métodos. Pero nunca ha habido una respuesta en la que toda la humanidad coincida, es muy difícil. He pensado que como todos os habéis esforzado dividiremos el punto entre todos en partes iguales, bueno quería decir un punto para cada uno, os lo merecéis — dice contento Don Sabio entre gritos y aplausos de agradecimiento de la multitud a él. A veces Don Sabio hace cosas un poco extrañas pero interesantes.





CAPÍTULO 4: Luz u Oscuridad



Andrea me pidió que le ayude en matemáticas en la biblioteca de la Escuela, puesto que en su país el nivel de mates que tenían era pésimo, nos despedimos de Lero y Esca que se iban a jugar al ajedrez. Antes fuimos a comer juntos en un bar barato (Lero, Esca, Andrea y yo), no paramos de hablar de la vida en general. Lero vivía con su abuela, le hacía comida tan buena que por eso estaba tan regordete. Esca vivía en la escuela, con su robot que le cuidaba, sus padres siempre estaban trabajando en su empresa de la fábrica de dulces “DulceHeliosYNix”, se quejaba que rara vez estaban con ella. Andrea vivía en la escuela también con Esca, y explicó que se mudó a nuestro país porque en el país de origen “LightBlancoLand” había una dictadura, donde los ricos y fuertes oprimían y esclavizaban a las clases más pobres y débiles, perdió en un ataque bomba a su hogar a sus padres empresarios que estaban en contra de la dictadura, pudo escaparse de su país natal por la “Asociación De Supervivencia Luz”, dice que piensa volver a salvar a sus padres.


Cuando estábamos en la puerta de la biblioteca de la escuela, vimos que extrañamente estaba cerrada. Inesperadamente para nosotros Osoca arremetió contra nosotros con un rápido puñetazo, al abrirse inesperadamente la puerta de la biblioteca donde este salió, que me impactó en la cara al empujar a Andrea para que no lo recibiese. Me caí al suelo, malherido.


—Bienvenidos, a mi revancha y venganza. ¿Qué decís chicos? — de repente en unos pocos segundos, vimos que estábamos acorralados por su banda.


—¡Osoca, déjanos en paz! ¡No te hemos hecho nada! — Grita Andrea, muy enfadada.


—¡Osoca! ¿Qué has hecho en la biblioteca que estaba cerrada? — Pregunto a Osoca.


—Eso no es de interés tuyo, porque a vosotros os queda poco para vivir, y será con nuestros puños pringados. ¿Qué decís chicos? — Dice con el ego característico de Osoca.


—¡SI! — Dice su banda con ganas de atacarnos.

Andrea se enfrenta a 5 chicos de la banda, pudo vencer a 3, pero al final fue capturada por los 2 más corpulentos. Yo en cambio, intentaba enfrentar a Osoca, pero era mucho más fuerte que yo, arremetía golpe tras golpe, y yo no pude darle ningún golpe, hasta que caí otra vez al suelo muy debilitado. 


—¡Mira Osoca! ¡Tu novia ahora es mía! ¿Qué pasaría si la hago sufrir con este cuchillo? — Dice Osoca, apuntando a la garganta con el cuchillo a Andrea.


Mi situación era iracunda, pero no podía hacer nada, la primera vez que pensaba en luchar por alguien importante para mí, sin el miedo que me caracterizaba, y fui derrotado en muy poco tiempo. Mis manos sin darme cuenta se rociaron de una momentánea aura blanca. Inesperadamente el cuchillo se desintegró en una miniexplosión de fuegos artificiales blancos, y quemó un poco la mano de Osoca.


—¡Ahhh! ¡Maldito! ¡Eso es magia negra! — Gritó Osoca con dolor.


En el despiste de los 2 chicos que capturaron y cogieron de desprovisto a Andrea, Andrea con su largo pelo cogió a uno por el cuello, y al gritar de dolor por la asfixia el otro intentó dar un puñetazo a Andrea, pero con el impulso del pelo hizo un salto con una patada giratoria, y derrotó de una a los dos bandidos corpulentos.


Me sentí curado, desde el poder que no sé cómo diantres lo hice. Osoca fue a por mí. Cuando de repente se paró con cara de mucho terror.


—¿Qué es ese diabólico monstruo? — Osoca sacó una pistola y empezó a disparar, no a mi, sino a detrás de mí.


—¿Cómo es posible que no le afecta? ¡Hora de largarse! — Osoca, escapó tan rápido, que ni sabía que podía ir tan rápido.


—¿Qué es esa cosa? ¡No le afectaron sus disparos! Ahora es momento para demostrar nuestra verdadera fuerza — Gritó con coraje Andrea.


—¡Ya hemos demostrado suficiente Andrea! ¡Tenemos que escapar!— Dije a Andrea.


—Si tu lo dices Ulises — Dijo Andrea, escapandonos por las escaleras.


“Los vacíos somos el sentido de la nada en vosotros, elegidos”.


—¿Lo has sentido tú también Ulises? ¿Es telepatía lo que nos han dicho? — Dijo extrañada Andrea.


—No tenemos tiempo para hablar, ¡vámonos cuanto antes! — Le dije a Andrea.


De repente empezaron a replicarse por las paredes y por todo. Eran seres con este aspecto: 




Saliendo de la escuela, en el patio nos rodearon los Vacíos, saliendo de portales oscuros.


—¿Qué hacemos Andrea? ¡Es nuestro fin! — Le dije aterrorizado a Andrea.


Inesperadamente salió un encapuchado de un portal blanco, lanzó una luz blanca del interior y dijo algo como Luz Clara, una luz cegadora que cubrió todo el patio, provocando que los vacíos desaparecieran.


—¿Quién eres? — Dijo Andrea.


—No tenemos tiempo para presentaciones ahora, luego nos vemos, solo mencionar mi nombre cuando estéis preparados para el viaje, Helios es mi nombre — mencionó el encapuchado, quitándose la capucha, vimos que era rubio, con bigote. 


—¡Ok! — Dijimos Andrea y yo.


—Buscad a Esca y a Leo, yo intentaré salvar a más personas de esta invasión de vacíos y Desconocido. ¿Habéis adquirido vuestros poderes? Ha sido la razón de la aparición de vacíos.


—Sí, o eso creo… saque rayos blancos de la mano — Dije con timidez.


—Eso es poco poder, ya veo que los vacíos captan el poder de los elegidos cada vez más rápido. ¡Escaparos, vienen más vacíos!


Aparecieron más vacíos, y de repente escuchamos algo de Helios como Levitación Involuntaria Programada. ¡Empezamos a volar involuntariamente entre gritos de vacíos y personas!


Vimos en la levitación la devastadora destrucción en la ciudad de vacíos, absorben a las personas y se transforman en vacíos. No podíamos ayudarlos porque estábamos volando, hasta que caímos donde estaban Lero y Esca.


—¡Qué dolor! ¿Cómo es que estabais volando? — Dijo Lero con una hamburguesa oscura.


—¿Qué haces comiendo eso Lero? — Dijo Andrea.


—Era una hamburguesa que me dió un hombre que se llamaba Desconocido — Dijo Lero.


Inesperadamente la hamburguesa saltó, y se transformó en un vacío.


“Los humanos absorberlos son deliciosos pero más un elegido”


El vacío lanzó ramas oscuras del suelo y capturó a Lero, retorciéndose de dolor.


—¡No hagas daño a nuestro amigo! — Gritó Esca, salió un aura de ella, y pareció invocar a un querubín, que lanzó una flecha y destruyó las ramas oscuras.


El vacío fue a atacar, pero Andrea de la ira invocó una espada blanca, de su mano sin ella entender y destruyó el vacío.


Salieron más vacíos de portales. Pero Lero, cuando tocó el suelo y se levantó, sacó del suelo unas cadenas de tierra, que destruyó a cada vacío, pero se volvió a caer accidentalmente.


—¿Cómo lo hemos hecho? ¡Ha sido involuntario! Como si lo hubiéramos soñado antes — Dijeron Lero, Esca y Andrea a la vez.


Alguien aplaudió en la lejanía.


—Bravo, elegidos. Creo que no es nuestro primer encuentro, ¿os acordáis de vuestros oníricos sueños? Mi nombre es Desconocido — Mencionó con un aura oscura.


—¿Quién eres? ¿Qué hacías en nuestros sueños? — Dijo Andrea, frunciendo el ceño.


—Soy lo que vosotros érais cuando los humanos eran solo nada, soy la desaparición de todo lo existente, solo vengo a daros un imperio donde nada existe, y todo desaparece. Unámonos y seremos los seres más poderosos de toda la existencia, el poder y la riqueza, no se compara con la gracia que os daré de oscuridad. ¿Ustedes aceptan? — Dijo Desconocido.


—No das nada de buen trago tío, vete a la mierda con tus vacíos a otra parte, pero no hagas daño a la gente — Dijo Lero enfadado.


—Perfecto, entonces disculpadme si os proporciono la gracia oscura por despiste — Dice Desconocido con ironía y con maldad.


Sin venir a cuento todo se oscureció, menos nosotros y él 


— Esto es lo que realmente es la realidad, ¡solo oscuridad! — Dijo Desconocido abriendo las manos.


De repente, todo volvió a la normalidad porque arremetió un brazo gigante sobre Desconocido diciendo que era la voluntad de todos los dioses de la existencia.


—Disculpadme Dioses, pero ni con todo vuestro poder podéis ganar al vacío de vuestro interior — Dijo desconocido riendo desintegrando el brazo con su mano.


De repente Helios apareció en un portal, e indicó con gestos que fuéramos rápido al portal.


—Elegid amigos míos: ¿el placer de ser inimaginablemente poderoso y rico o luchar por una delicada justicia de luchar por tus seres queridos? Esta decisión que os propongo quedará como pequeño trauma para el resto de vuestra vida, lo siento — Dijo Desconocido, antes de que escapamos al portal de Helios.















CAPÍTULO 5: Punto de partida




—Bienvenidos a punto de partida chicos, aquí se aprende a defenderse y estaréis protegidos de toda alma maligna, pero también ayudar al universo de las garras de la oscuridad, principalmente Desconocido — Dijo Helios.


—¡Aquí empieza todo! Por cierto, mi nombre real es Hades — Saliendo de una puerta nuestro profesor de filosofía. Nos quedamos todos sorprendidos por la aparición.


Continuará.


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